¿Es la IA mala para el medio ambiente?
La mayoría de la gente no se lo piensa dos veces cuando le hace una pregunta a ChatGPT o le pide que resuma un correo electrónico, pero debería hacerlo. La IA trabaja duro por nosotros, pero nuestro planeta lo hace aún más. Hoy analizamos en profundidad por qué la IA, en concreto la inteligencia artificial generativa, es mala para el planeta.
Resumen rápido: ¿En qué perjudica la IA al medio ambiente?
-
La IA generativa utiliza enormes cantidades de energía: desde los centros de datos, pasando por el entrenamiento del modelo, hasta el usuario final que interactúa con la herramienta de IA.
-
Se necesita agua para construir los centros de datos y se utiliza en las operaciones para enfriar los servidores de IA. El elevado consumo de agua puede afectar al medio ambiente y a los ecosistemas locales.
-
Los centros de datos producen muchos residuos electrónicos, que a menudo contienen sustancias tóxicas como plomo y mercurio.
-
Los microchips y el hardware utilizados para alimentar la IA se fabrican con elementos y minerales raros, que a menudo se extraen de forma insostenible.
¿Por qué la IA es mala para el medio ambiente?
La IA generativa utiliza enormes cantidades de energía
Los centros de datos que albergan la IA generativa requieren grandes cantidades de electricidad: desde que se construyen hasta que se entrenan los modelos, pasando por su funcionamiento.
Aunque los centros de datos existen desde hace mucho tiempo, debido al auge de la IA generativa, su número y construcción están aumentando rápidamente. Un problema del aumento de estos centros es que la IA generativa es muy exigente en cuanto a potencia.
”Un clúster de entrenamiento de IA generativa puede consumir siete u ocho veces más energía que una carga de trabajo computacional típica”.
afirma Noman Bashir, becario de Informática e Impacto Climático en el Consorcio de Clima y Sostenibilidad del MIT, postdoctorando en el Laboratorio de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial, y autor principal de The Impact Paper. Según Bashir, la demanda de centros de datos es tan alta que no pueden funcionar de forma sostenible. Así que, por ahora, la mayor parte de la energía con la que funcionan procede de la quema de combustibles fósiles, lo que provoca un aumento de las emisiones de dióxido de carbono.
La necesidad de un exceso de electricidad no acaba ahí. Los modelos de IA tienen que entrenarse y mejorarse constantemente. Para ello, las empresas aumentan el tamaño de los conjuntos de datos de entrenamiento e incrementan la computación utilizada para procesar los datos. Una vez que el modelo está entrenado y nosotros (el usuario) empezamos a hacerle preguntas, a resumir correos electrónicos o a resumir información, el hardware informático que realiza esto también consume cantidades significativas de energía.
Todavía hay datos limitados sobre la huella de carbono de una consulta generativa de IA, por ejemplo, cuando se hace una pregunta a ChatGPT, pero se estima que es de cuatro a cinco veces mayor que una consulta en un motor de búsqueda como Google.
Teniendo esto en cuenta, y considerando lo normal que es ahora buscar en herramientas de IA como ChatGPT o Gemini, sólo se puede imaginar cuánta más energía se está utilizando globalmente.
Alto consumo de agua
Además de consumir mucha energía, la IA utiliza mucha agua. Los centros de datos necesitan agua durante su construcción y, cuando están operativos, se necesita agua para enfriar el hardware utilizado para entrenar y desplegar los modelos generativos de IA. Dado que estos centros de datos utilizan mucha agua, esto puede ejercer presión sobre los suministros municipales de agua y alterar los ecosistemas.
El hardware
Las materias primas necesarias para construir el hardware, como las baterías y los semiconductores, utilizan elementos de tierras raras y metales. Muy a menudo, la extracción de elementos de tierras raras se realiza de forma insostenible y el procesamiento de estos materiales puede causar la degradación del medio ambiente. Desde la deforestación hasta la erosión del suelo y la contaminación del agua.
¿Existe una forma ecológica de utilizar la IA?
El uso de la IA es un arma de doble filo: puede impulsar cambios positivos, pero es una tecnología que consume muchos recursos. Saber si existe una forma ecológica de utilizar la IA es un tema complejo que está en debate.
El compromiso de las grandes tecnológicas con la IA sostenible
A menudo informamos sobre las estrategias de lavado de cara a la privacidad de las grandes tecnológicas, y ahora está ocurriendo algo similar, pero esta vez la nueva palabra de moda que están comercializando es IA sostenible.
Gigantes tecnológicos como Meta, Google, Amazon y Microsoft están desarrollando rápidamente modelos de IA e integrándolos en sus productos en la medida de lo posible. Pero, por supuesto, también saben que el impacto medioambiental es enorme, por lo que a menudo prometen neutralidad de carbono y poner en marcha medidas de reciclaje. Al igual que ocurre con el lavado de cara a la privacidad, en el que parecen preocuparse por la privacidad de los usuarios, es habitual que comercialicen IA sostenible para ser percibidos como concienciados con el medio ambiente.
Aún se desconoce hasta qué punto estos gigantes tecnológicos son conscientes del medio ambiente, pero hay informes que hablan de un aumento de sus emisiones de carbono. Según un informe de las Naciones Unidas, las emisiones indirectas de carbono de Meta, Amazon, Microsoft y Google aumentaron una media del 150% entre 2020 y 2023 debido a la alta demanda energética de sus centros de datos.
Otro dato interesante es que Google, que se había fijado el objetivo de cero emisiones netas de carbono para 2030, lo ha retirado discretamente de su sitio web. Aunque parece que el objetivo de cero emisiones netas sigue formando parte de la política de la empresa, dado que ya no lo anuncian de forma destacada y que están invirtiendo mucho en inteligencia artificial, no resulta convincente que vayan a alcanzarlo.
¿Qué se puede hacer?
El auge de la IA, en concreto de la IA generativa, tiene el potencial de hacer grandes cosas, pero también de causar mucho daño. No sólo al medio ambiente, sino también a nosotros como sociedad, por ejemplo, al dar resultados sesgados. Aunque no está claro hasta qué punto la IA es mala para el medio ambiente, hay pruebas suficientes para saber que no es buena para él. Así que la próxima vez que abras ChatGPT o la IA de tu elección, piénsatelo dos veces antes de hacer preguntas, escribir tus correos electrónicos o ejecutar tareas, porque en el fondo el medio ambiente está pagando un alto coste por tu comodidad.