Cómo los métodos de vigilancia chinos se están globalizando.
Los países autoritarios -pero también las democracias- utilizan tecnología de vigilancia procedente de China.
La vigilancia en China
Con una población de casi 1.500 millones de habitantes, China tiene instaladas más de 700 millones de cámaras de vigilancia, es decir, casi una por cada dos ciudadanos. Y China no ha terminado de instalar cámaras de vigilancia, el número sigue aumentando. Este sistema está preparado para vigilar a todas las personas, ya sean ciudadanos chinos o extranjeros, e identificarlas mediante reconocimiento facial.
Peor aún, China utiliza sus métodos de vigilancia extrema para alimentar su sistema de crédito social, un sistema utilizado no sólo para vigilar a los ciudadanos, sino también para hacer que se comporten de la manera que la clase dominante quiere.
Los programas de crédito social de China, anunciados por primera vez en 2014, recopilan y agregan datos sobre las compras, las infracciones de tráfico y las actividades sociales de las personas. Y las ciudades chinas son las más vigiladas del mundo, con más cámaras por kilómetro cuadrado que en ningún otro lugar. Estas cámaras suelen estar equipadas con reconocimiento facial y análisis visual por ordenador, lo que debería facilitar la vigilancia al Partido Comunista Chino.
El uso de tecnologías de reconocimiento facial se está extendiendo por todo el mundo, y también ha aumentado la inversión en el procesamiento avanzado de imágenes que puede ayudar a extraer datos significativos de las imágenes de las cámaras, especialmente en China y Rusia.
Estos métodos, basados en tecnologías avanzadas y en un enfoque de vigilancia global, han suscitado una gran preocupación por la privacidad, los derechos humanos y el potencial de control autoritario.
Pero a pesar de las numerosas críticas, esta evolución es una tendencia en curso -no sólo en China, sino en muchas autocracias- que probablemente no se detendrá pronto por dos razones:
- La vigilancia ayuda a las autocracias a controlar a sus ciudadanos.
- En combinación con el sistema de crédito social, no es necesario obligar a la gente a actuar de forma “agradable”; lo hacen “voluntariamente”.
Informe sobre la vigilancia mundial
La misma tendencia puede observarse también a nivel mundial. Cada año, Freedom House, un grupo de investigación y defensa de la democracia mundial sin ánimo de lucro, publica un informe sobre el nivel de libertad global y de libertad en internet en 70 países de todo el mundo. En particular, el nivel de libertad en Internet ha ido disminuyendo desde que se realiza el seguimiento.
Los países se clasifican en función de una serie de factores, como la protección de la privacidad, la censura y los obstáculos que cada uno encuentra para acceder libremente a Internet. Globalmente, las puntuaciones han descendido durante 11 años consecutivos, lo que indica que el mundo se aleja en general de una Internet que proteja los derechos digitales de los usuarios. Ninguno de los países no democráticos fue calificado por Freedom House como poseedor de una Internet “libre”, mientras que todos los países democráticos fueron calificados como “libres” o “parcialmente libres”.
Esta tendencia culminó con la publicación sobre el “auge del autoritarismo digital” por Freedom House.
El informe afirmaba: “El autoritarismo digital se entiende como una forma que tienen los gobiernos de controlar a sus ciudadanos a través de la tecnología, poniendo patas arriba el concepto de Internet como motor de la libertad humana”.
Dicho de otro modo: Internet ya no se utiliza para aumentar la libertad, sino para limitarla.
El autoritarismo digital destruye la libertad
Los países con peor puntuación -China, Rusia, Tayikistán, Uzbekistán, Kazajstán, Kirguistán, India y Pakistán- forman parte de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), una alianza económica y política liderada por los regímenes autoritarios de China y Rusia.
Las puntuaciones de estos países autoritarios han caído una media de 10 puntos en la última década. China ocupó el último lugar en el boletín de calificaciones de Freedom House el año pasado, como todos los años desde 2014. E Irán, otro país autoritario, ocupó el penúltimo lugar.
El descenso en el ranking está dando una declaración clara: Los países autoritarios de todo el mundo están utilizando la tecnología para oprimir aún más a sus ciudadanos.
La promesa de una mayor libertad a través de la digitalización ha dado lugar al autoritarismo digital.
Exportación de sus métodos de vigilancia
Es difícil sobrestimar la influencia de China en el autoritarismo digital: Al construir el Estado de vigilancia perfecto, el país demuestra que es técnicamente posible -y asequible- vigilar constantemente a sus propios ciudadanos.
Las proezas de China en materia de vigilancia pueden atribuirse al desarrollo de tecnologías de vanguardia como el reconocimiento facial, la inteligencia artificial y el análisis de grandes volúmenes de datos. El amplio sistema de vigilancia nacional del país, ejemplificado por el uso de cámaras de CCTV en espacios públicos, software de reconocimiento facial y el sistema chino de crédito social, sirve de modelo para otras naciones que buscan reforzar las medidas de seguridad.
Siguiendo el ejemplo de China, las investigaciones demuestran que la mayoría de los países autoritarios están avanzando rápidamente hacia más abusos digitales de los derechos humanos mediante la expansión de la vigilancia técnica masiva de los ciudadanos, la censura en Internet y el control de la expresión individual que los ordenadores y los macrodatos les facilitan. Las relaciones comerciales tecnológicas entre países autoritarios de todo el mundo -tanto miembros de la OSCE como sus aliados- se están profundizando visiblemente. Y cada uno de estos Estados ha comenzado a utilizar reglas del juego similares para el control social habilitado digitalmente. Se están copiando unos a otros.
La tecnología china -hardware y software- ayuda a los autócratas de todo el mundo a vigilar a sus propios ciudadanos.
Peligros de la globalización de los métodos de vigilancia chinos
1 Erosión de la privacidad: La expansión de los métodos de vigilancia chinos conlleva una erosión del derecho a la intimidad en los países que adoptan estas tecnologías. La vigilancia generalizada socava las libertades personales y crea una cultura del miedo, impidiendo a la gente expresar opiniones disidentes o participar en el activismo político.
- Preocupación por los derechos humanos: El aparato de vigilancia chino es criticado a menudo por su papel en la represión de las minorías étnicas, como los uigures de Xinjiang. Cuando las empresas chinas exportan estas tecnologías, existe el riesgo de que sean utilizadas por regímenes represivos para vigilar y controlar a sus propias poblaciones, exacerbando los abusos contra los derechos humanos.
- Dependenciade China: A medida que las naciones se vuelven dependientes de las tecnologías de vigilancia chinas, pueden encontrarse vulnerables a la influencia política y a la manipulación del gobierno chino. La dependencia de estas tecnologías puede comprometer la soberanía e independencia de un país.
- Puertas traseras tecnológicas: Se ha expresado preocupación por la posibilidad de que existan puertas traseras y vulnerabilidades ocultas en los sistemas de vigilancia chinos, que podrían ser explotadas con fines de ciberespionaje o sabotaje por el Estado chino u otros actores malintencionados.
Control absoluto
Existe una fuerte correlación entre los sistemas de gobierno y sus respectivos niveles de derechos digitales, siendo los regímenes autoritarios más proclives que los democráticos a utilizar la tecnología como método de control social.
Pero, por desgracia, hoy en día también las democracias utilizan la tecnología de vigilancia a gran escala. Estados Unidos y el Reino Unido son dos países que utilizan la vigilancia masiva mediante cámaras, por ejemplo, que irónicamente proceden principalmente de China.
Aunque las democracias se inclinan por una mayor vigilancia, (todavía) no utilizan estos métodos para limitar también la libertad de sus ciudadanos, al menos en la mayoría de los países democráticos.
Sin embargo, los autócratas también dan el siguiente paso: Es bien sabido que Rusia bloquea el acceso a servicios cifrados como Tutanota, pero incluso la democracia de la India prohibió recientemente las aplicaciones de chat cifradas supuestamente para luchar contra el terrorismo.
Estos bloqueos son una señal de que el autoritarismo digital va más allá del software y el hardware. En términos más generales, se trata de cómo el Estado puede utilizar la tecnología para aumentar su control sobre los ciudadanos.
Los cortes de Internet provocados por agentes estatales, por ejemplo, han aumentado cada año durante la última década. La capacidad de un Estado para cerrar Internet está ligada a su grado de propiedad de la infraestructura de Internet, un rasgo distintivo de regímenes autoritarios como China y Rusia. Y cuanto más importante se vuelve Internet para todos los aspectos de la vida, más pueden contribuir estos apagones a la desestabilización y a perjudicar a las personas.
Al vigilar y controlar Internet, estos países intentan controlar la información a la que sus ciudadanos pueden acceder y compartir. El objetivo es controlar a la población y frenar la oposición política o incluso un levantamiento del pueblo contra sus gobiernos autocráticos.
Y hay poco que impida que se sigan extendiendo estos métodos de vigilancia.
Por preocupante que parezca, es una razón más para luchar por la privacidad y la libertad de expresión siempre que podamos.
Aunque la tecnología se utiliza para oprimir a las personas, también puede servir para liberarlas.
Herramientas cifradas gratuitas como la aplicación de chat Signal y el servicio de correo electrónico cifrado Tutanota ayudan a activistas de todo el mundo a proteger sus comunicaciones privadas. Mantener la confidencialidad de los mensajes puede ser una cuestión de vida o muerte para activistas, periodistas y denunciantes en muchos países.
Por eso en Tutanota seguiremos luchando por la privacidad y contra cualquier intento de encriptación por la puerta trasera.